miércoles, 19 de febrero de 2014

El Seminario visita el arciprestazgo “Sants Bernat, Maria i Gràcia”



José Gómez. Seminarista de Tercero
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Poco después de iniciar su pontificado Francisco expresó su preferencia por una Iglesia accidentada por salir a la calle que por una Iglesia enferma encerrada en sí misma. Pues bien, en esta línea de salir de sí, los seminaristas valencianos, tanto del Seminario Menor como del Mayor, hemos realizado este pasado fin de semana una visita al arciprestazgo nº29 “Sants Bernat, Maria i Gràcia”. Allí los futuros pastores pudimos encontrarnos con las ovejas, por eso de ir oliendo como ellas, y acompañados de los párrocos conocimos muy de cerca las realidades parroquiales de este arciprestazgo. La dinámica era simple, podría decirse que consistía en poner en práctica las palabras de Jesús en Lc 10,1-9 (un texto con el que os invito a orar). Fuimos enviados por grupos, parejas, o incluso solos a las diversas parroquias. En ellas experimentamos la gran capacidad de acogida que tiene el pueblo de Dios. Dormimos donde nos acogieron, comimos lo que nos sirvieron, y sobre todo compartimos con la gente de paz nuestra fe en Cristo Jesús. Fue un momento muy oportuno para dar testimonio de nuestra fe y de nuestra vocación, un momento de encuentro con aquellos que quién sabe si algún día no serán nuestros feligreses.

Estas visitas, que vienen realizándose desde hace muchos años –normalmente dos al año-, siempre son una oportunidad para que los seminaristas salgamos de nosotros mismos, una oportunidad de acercar el Seminario Diocesano a las parroquias de la diócesis, y todo esto sabiendo que no nos acogen por ser quienes somos, sino que nos acogen por Cristo, como si lo acogieran a Él. Es ocasión perfecta para, siguiendo la invitación del Papa Francisco, primerear, involucrarse, acompañar, fructificar y festejar (Evangelli Gaudium, 24). Y muy especialmente estas visitas arciprestales son siempre un tiempo de dar a conocer la alegría de la vocación sacerdotal y de pedir a las comunidades cristianas que pidan al dueño de la mies que envíe obreros a su mies, porque ya lo sabes: la mies es mucha y los obreros… ¡los obreros somos pocos!

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